‘Freebird’, de Lynyrd Skynyrd, es la canción que me
gustaría que sonara el día de mi funeral. Sí, ya sé, suena algo tétrico. Pero
cualquiera que conozca este célebre tema de una de las bandas señeras del rock
sureño, sabrá que es de todo menos triste. Puedes decir de él que es demasiado
épico, incluso que es una balada atípica porque al final se desboca. Pero nadie
me podrá negar que como tema para despedirse es sencillamente perfecto.
Allen Collins siempre ha sido uno de mis guitarristas
preferidos. Un tipo con muy mala suerte, con una historia vital tan complicada
que nos dejó con tan solo 37 años. En mi opinión, Collins es un músico a
reivindicar, un guitarrista de raza, con talento innato y con negrura, esa
palabra que tanto le gusta usar a un buen amigo. ‘Freebird’ es, quizás, su
canción más lograda, más sentida. Uno de los solos más celebres del rock de
todos los tiempos. Que hemos podido escuchar en películas, en videojuegos... Lo
he escuchado un millón de veces, y las que quedan, y me sigue poniendo los
pelos de punta...
Lo dicho. A quien corresponda. Esta es la canción que quiero. Con la que me
gustaría despedirme cuando me toque pedir la cuenta. Sin tristezas y sin
prisas, que todavía quiero estar muchos años dando la tabarra. Pero que sea ‘Freebird’,
no quiero otra.